DEDICATORIA
Permítanme dedicar este trabajo a mis paisanas y paisanos, tangerinas y tangerinos, aquellos que se vieron obligados a esparcirse por el mundo en una auténtica diáspora. Incluyo aquí a los que, sin haber nacido en esta bendita tierra, en ella vivieron y la sienten como propia. A esos que se vieron obligados, después de la independencia de Marruecos, a abandonar el que sin lugar a dudas era su amado terruño y, hoy están esparcidos por todo el mundo pues, bien es verdad, que en cualquier lugar del planeta es posible encontrar a algún oriundo de esta ciudad: españoles, franceses, portugueses, italianos, belgas, hindúes, israelitas, etc. Y como no, dedicarlo también a los marroquíes e integrantes de otras nacionalidades y credos que allí conviven.
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